Nuestro Video Porno casero

Lo cierto es que a M., mi novia, y a mí siempre y en toda circunstancia nos a agradado grabarnos en vídeo y hacer uno de esos videos pornos caseros en los instantes más íntimos, mas siempre y en toda circunstancia lo habíamos hecho solos, esto es mientras que follábamos o bien nos comíamos todo lo que resulta posible sosteníamos la cámara y grabábamos como podíamos.

El desenlace es que al final siempre y en toda circunstancia pasábamos de la cámara y nos concentrábamos en lo que hacíamos y lo que habíamos grabado no se podía ni ver.

De este modo, un día llegamos a la conclusión de que deberíamos buscar a alguien que nos grabara, deseábamos tener cuando menos un vídeo porno casero nuestro ahora que nuestros cuerpos eran jóvenes, nos hacía ilusión, mas claro nos daba un montón de corte pedírselo a alguien, fuera amigo o bien no.

Una noche de estas llenas de alcohol, se lo explicamos a una pareja amiga nuestra (Eli y Pau), y no tardaron en ofrecerse sin inconveniente para grabar todo cuanto quisiéramos, conque quedamos para la noche siguiente en nuestro pisito y a ver qué salía. La pena, para mí, fue que Eli no podía venir por el hecho de que tenía una cena familiar, lo cierto es que me excitaba bastante que nos viese una chavala en plena acción, mas por el momento no iba a ser posible.

Llegó la noche, estábamos verdaderamente excitados, y eso que habíamos estado follando prácticamente todo el día. Aguardábamos intranquilices la llegada de Pau, aun habíamos hecho un pequeño guion, la cosa comenzaba en la ducha, con M. masturbándose mientras que me aguardaba, sí, habitual razonamiento de película porno, mas nos hacía ilusión.

Relato sobre video porno casero
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Pau llegó, le explicamos el plan y a «trabajar». Entramos en el baño, Pau con la herramienta (la cámara) en la mano y mi novia a puntito de enseñarnos su cuerpo, comenzó a desvestirse con naturalidad y el bulto de nuestro amigo comenzó a dejarse apreciar. No lo he dicho mas M. está verdaderamente buena, mide 1’70 aproximadamente, su cara es hermosa y tiene unas tetas increíbles super grandes, duras y mirando hacía arriba, son una disfrutada, me puedo pasar horas comiéndoselas.

Tiene unas caderas muy pronunciadas, un trasero grande que es una pasada y un coño increíble, generalmente lo lleva depilado, mas ahora hace un tiempo que se ha dejado medrar el vello y la verdad, no sé como me agrada más. Es una chavala bastante tímida, con lo que no sabía como iba a reaccionar delante de nuestro amigo por mucha confianza que hubiese, por el momento la cosa comenzaba bien.

Acción, comienza a caer agua y ya antes de enjabonarse M. hace una cosa que me pone mucho, creo que me la dedica en especial. Comienza a orinar, de pie, ese líquido dorado cae primero con mucha fuerza, de manera directa al suelo de la ducha, después con menos, cae por sus piernas. Ahora mi bulto comienza a medrar y el de Pau creo que ya no puede medrar más.

Tras el regalo comienza a enjabonarse, se acaricia por todas partes, hasta el momento en que llega al coño y comienza a masturbarse, se acaricia el clítoris, se mete un dedo, 2, comienza a gemir. La idea es que esta escena fuera de unos segundos, solo para calentar la cosa, mas mi novia estaba verdaderamente caliente, no aguardaba que empezara de esta manera, mas es que se había olvidado de nosotros, ahora estaba tumbada en la bañera con las piernas cara arriba, enseñándonos su raja y como se acaricia un clítoris, el chorro de agua proseguía cayendo sobre ella, se hacía un pajote increíble y cuando comenzó a correrse y a chillar nuestros respectivos bultos (el de Pau y el mío) estaban a puntito de romper los pantalones.

Daba la sensación de que Pau se lo pasaba bien y que M. en esos instantes se había olvidado de su poquedad. Corten, fin de la primera escena, ahora es cuando me espera en el sofá del comedor a que llegue de trabajar, mojada, solo con la toalla puesta.

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Conque el hombre de la casa llega de trabajar, agotado y se sienta en el sofá a la vera de su amada, un beso de bienvenida, dos oraciones del tipo «¿estás agotado?, Debes relajarte» y a la tenía desabrochándome el pantalón y sujetando mi polla, que desde la precedente escena ya estaba en su punto máximo.

Comenzó a desplazar la mano, arriba y abajo, Pau no perdía detalle, me desvistió por completo y empezó con una felación de las suyas, son increíbles, no para de escupir y de echar saliva y a meterla toda entera dentro su boca, le chifla chupetear pollas, no tiene inconvenientes en reconocerlo, se vuelve desquiciada. Por si fuera poco, esta vez, mientras que hacía todo esto no dejaba de mirar a la cámara, algo muy peliculero que había de estar poniendo a Pau como una motocicleta.

Puesto que bueno, la felación fue de escándalo, y como siempre y en todo momento cuando ya estaba a puntito de correrme, parón en seco, me chifla. Ahora me tocaba a mí, ya se había desprendido de su toalla, estaba plenamente desviste, comencé a sobarla a besarla a morderle por doquier, cuello, tetas, pezones, piernas, pies y como no, llegué a su chochito, comencé a relamer su clítoris a chupetearlo mientras que metía un dedo en su coño, 2 dedos, la lengua… ya había comenzado a vocear, es un escándalo cuando se excita, le di la vuelta y comencé a comerle el trasero, a escupir, meter un dedo, 2, la lengua, una pasada, volví a la rajita y proseguí chupando, cuando estaba apunto de correrse paré, en seco.

Le chifla. Mientras, Pau proseguía grabando, me había olvidado de él, mas allá estaba. Llegaba la hora de joder, saqué un condón, me lo puse y M. subió encima, mirando cara mí y comenzó a moverse poquito a poco, le sujeté del trasero y comencé a llevar el ritmo del tema, Pau estaba tras su trasero, consiguiendo un primer plano de la penetración, creo que se le olvidó que podía emplear el zoom.

Proseguíamos dale que te pego, le metí un dedo en el trasero, no paraba de vocear. Le chifla ese dedo en su trasero, si bien aun no me ha dejado metérsela por ahí, de momento solo el dedo, y la lengua.

Tocaba mudar de situación, se dio la vuelta, proseguía encima, mas ahora su coño miraba hacía la cámara, estaba detrás, debajo y la follaba sin parar. Pau proseguía sin acordarse del zoom y estaba a escasos milímetros de aquella penetración, demasiado cerca, tanto que no pudo soportar más y comenzó a sobarle las tetas a mi novia, a meterle la mano en la boca, y a acariciarle el clítoris, la reacción de M. no se hizo aguardar le quitó la cámara, le sujetó de los pantalones, se los bajó, le sujetó de los calzoncillos, se los bajó asimismo y allá estaba, al fin, la polla de Pau, tremenda, no es que fuera muy grande mas sí gordísima, con muchas venas, tal y como si estuviese a puntito de reventar. M. no tardó mucho en metérsela en la boca, y allá estaba , follándome a mi novia mientras que esta le comía la polla a uno de nuestros mejores amigos, honestamente no me lo aguardaba, mas pensándolo ahora era ineludible que ocurriera, de todas y cada una maneras me excitó bastante ver a mi novia chupando otra polla, conque proseguí follando poco a poco más fuerte y más veloz.

M. con una polla en su boca y otra en su coño, no paraba de gemir, estaba a puntito de correrse, ya salían los flujos por todos y cada uno de los lados, tenía los huevos llenos de ellos y al fin, se corrió, no soportaba más y saqué la polla para correrme en su cara, lo acostumbramos a hacer de este modo, a ella le chifla y a mí, que les contaré, así como las tetas y el orificio del trasero es mi lugar preferido para correrme. Mas Pau proseguía gozando, y claro en tanto que estaba, no podía irse sin follarse un rato a mi novia, lo recibió encantada y sujeté la cámara para grabar ese instante mientras que Pau sujetaba un condón, jamás habíamos hecho nada similar, y habría que recordarlo, lo cierto es que me excité mucho cuando se la metió, estaba a 4 patas y comenzó a follarla a lo bestia, procuraba sacar primeros planos, me puse debajo de ellos, justo en el coño de M., ¡qué fragancia! Veía la polla de mi amigo entrar y salir, era una pasada.

Ahora apreciaba como M. me estaba quitando el condón, y comenzaba nuevamente a mamar, sentía su saliva cayendo en mi polla, y su lengua, y su paladar, ¡qué boca! M. se corría otra vez, su flujo le chorreaba por las piernas ni ni Pau soportábamos más, mientras que se corría, M. nos solicitó que nos corriésemos en su cara los 2 al unísono, cuando terminó de correrse (tiene unos clímax muy largos) Pau sacó la polla se quitó el condón y nos dirigimos a la faz de mi novia, sujetó las 2 pollas, realmente fuerte, y empezó a chupetearlas, a escupir en ellas, se las metía en la boca, nos chupaba los huevos, estaba plenamente fuera de sí, aun se terminó metiendo las 2 pollas al unísono en la boca, y no la tiene grande ni muchísimo menos, mas allá estaba con la boca llena de pollas, no soportaba más, lo apreció, las sacó y comenzó a hacernos una paja muy a lo bestia, no pude más y me corrí, al segundo se corrió Pau, proseguía dándole a las manos, apuntando cara su cara, con la boca abierta, se la llenamos de leche hasta el momento en que no pudo tragar más, terminó toda llena de semen, ojos, nariz, boca (lógicamente), cuello, tetas… proseguía fuera de sí, prosiguió chupándonos las pollas mucho tras habernos corrido todos.

Minutos después ya estabamos más relajados, M. proseguía llena de semen por doquier, Pau y yo con la polla en la mano, ya un tanto más pequeña, mas proseguíamos alucinando con la felación que nos había hecho mi novia.

Poco después nos reincorporamos y también procuramos ver lo que se había grabado, bueno, de la una parte del final nada de nada, no sé a que botón le di que no grabé nada, y del principio puesto que tampoco había mucho, Pau había estado fijándose en otras cosas y la grabación no era muy utilizable, mas bueno, aun la tenemos y algunas veces la vemos, y nos reímos y excitamos mucho, mas aun no tenemos esa minipeli nuestra.

Pau afirma que se lo pasó de muerte (no me extraña) mas que por el momento no desea repetirlo, si bien no lo haya similar es un tío muy leal a su novia.

De todas y cada una maneras ninguno de los 3 nos arrepentimos de haberlo hecho, y aguardamos que alguna vez se vuelva a reiterar, si bien personalmente espero que el próximo cámara sea una muchacha… y podamos tener unos videos pornos caseros mejores.

Mi Inicio en el Sexo Ultima Parte

amor y sexo
sexo y mas

¿Más esencial que el día de tu boda?

Me dejó «pasmao». ¡Joder con la vikinga! Tiene más tablas que la Concha Piquer. Pensé.

-Esta noche, nuestra noche de bodas te lo probaré. Me salió de golpe, sin pensarlo, y por poco «la cago».

-¿Noche de bodas sin pasar por el altar? Afirmó riendo.

-¡Bueno! es un decir, Deseo decir que esta noche te sentirás como la mujer más feliz del Cosmos.

-¡Ah! Mejor de esta manera, por el hecho de que no creo que jamás pase por «algún altar».

Estuve a puntito de decirle si prefería «pasar por las cama» sin liturgias, mas callé por el hecho de que no deseaba continuar repercutiendo en el tema, me superaba.

En ese instante el pianista del local, el violinista y el bajista, los componentes de la orquesta tocaban la armonía de: «Muñeca linda». Lo que me vino de perlas para mudar el tema.

-Mira que oportuno, Ingrid, una canción dedicada a ti.

-No la conozco.

-Es que es una canción muy de España.

-¿Y de que charla?

-Escucha al cantante. Era el violón.

Muñeca linda

de cabellos de oro

de dientes de perlas

y labios de rubí…

-Te describe. Tus pelos son de oro, tus dientes como perlas y tus labios… ¡uy! tus lab…

No pude terminar la oración, los labios de Ingrid sellaron los míos.

Su lengua me invitaba a que abriese la boca completamente…

Y con su lengua llegó hasta mi paladar…

Y en mi cúpula bucal su lengua hacía una bacanal…

Las cosquillas me hacían vibrar, y mi pene se puso de duro hasta el final…

Si no la aparto me «corro como un animal». Con lo que le dije:

-De qué forma lo que tu lengua ha hecho en mi paladar lo haga en mi bálano, creo que no lo voy a poder superar.

-En un rato lo vas a saber.

Bailamos lento un bolero…

Pegados… muy pegados…

Más relatos en http://www.erotismo24h.com/

Como me Inicie en el Sexo

Realato de sexo casero
Sexo con una danesa

Tenía mis cuarenta años cumplidos y nunca creí que iba a percibir «el bautismo sexual»; eso de que una mujer te eche una meada por la faz y por el pecho me parecía una marranada. Lo que son las cosas, «comer un coño» lo considero entre los manjares más deliciosos, y después de todo es tan marranada o bien más que la meada; mas la psique es la que define las situaciones.

A la sazón era Jefe de Ventas de una multinacional farmacéutica, y al final del mes de Agosto hacemos una convención nacional; este año la hicimos en Marbella. Acostumbran a perdurar de lunes a viernes, y los fines de semana o te vuelves para casa, o bien pasas «el fin de semana» allá.

El Hotel donde dimos la convención estaba lleno de turistas, sobre todo extranjeras, y merced a que se algo de inglés decidí quedarme pues intuía que iba a ser «un fin de semana» glorioso. Con lo que puse una disculpa a mi mujer, que si bien no se la creyó, insistí y cuando volviese a casa, ya me las arreglaría para persuadirla con un buen regalo que la llevaría de Marbella.

Debo decir en honor de la verdad, que estoy enamorado profundamente de mi mujer, y que soy enormemente feliz a su lado, y que si esta vez no la llevé conmigo a la asamblea de la compañía como hago generalmente cada año, es por el hecho de que su padre estaba recién operado de la próstata y decidió quedarse con él y con su madre.

Y asimismo en honor de la verdad si me quedé, fue por las miradas furtivas que me echaba una rubia de impresión en el comedor y en la barra de la cafetería del Hotel, miradas correspondidas por mí, mas evidentemente no «podía agredir» pues el trabajo de dirigir la convención me tenía preso día y una parte de la noche preparando los temas del día después.

Mas el viernes a la 7 de la tarde clausuré la asamblea de ventas, y me dispuse a conquistar a la rubia. Parecía norteña, puesto que una de sus amigas o bien compañeras que estaban con ella, la llamó Ingrid. Y además de esto sus rasgos vikingos: esa cabellara rubia, los ojos claros y esa tez irisada lo patentizaban.

Tras una tonificante ducha «y perfumao» con esencia de Loewe; mi pantalón blanco inmaculado, mi polo azul celeste, embutidos en mi cuerpo de ciento ochenta y cinco mt y ochenta kilogramos, era la imagen del «latin lover» que hace estragos entre las norteñas. ¡Qué pena que las lectoras no puedan verme! Seguro que si me viesen en una fotografía, mi e-mail se iba a sobresaturar de llamadas pidiendo «mis favores».

Bajé desde el primer piso donde estaba situada mi habitación con pasos parsimoniosos hasta la cafetería del Hotel, como aquel que se quiere hacer apreciar. Atravesé aquellos quince o bien veinte metros que apartan la recepción, (en donde deje la llave) de la cafetería, con exactamente la misma parsimonia y moviendo un tanto el trasero, entre las unas partes de mi anatomía que a las mujeres les chifla, conforme afirman las que lo han contemplado con el «traje de A.». Y asimismo algún gay me lo ha hecho apreciar. ¡Ojo! solo por medio de la manera que le da el pantalón, que a los cuarenta años, un servidor solo follaba con tías. El joder con tíos comencé desde los cincuenta años. Mas en la data que hago este relato, por mi ojete no entraba ni «el bigote de una gamba».

Allá estaba , como aguardándome, y por si fuera poco sola, lo que me dio a comprender que estaba aguardando este instante. Después supe, que «la muy jodia» se había informado mediante algún conserje de quien era y que hacía en el Hotel.

Estaba sentada en unos de los taburetes de la barra de la Cafetería. La imagen que centelleaba era de impresión, si no supiese que era una mujer, la hubiese confundido con un diosa. Su cabellera sutilmente flameada se deslizaba en catarata cara sus hombros, en donde acababa en ondulación cara el exterior, a la altura de sus pechos.

Las piernas cruzadas, colgadas del asiento, torneadas como las columnas de una catedral; y el muslo derecho que descansaba en el izquierdo evidentemente por el cruce de exactamente las mismas, mediante su pantalón azul celeste parecían moldeadas por el «Ceramista Mayor del Cielo». El vientre al aire, su ombligo seguro que era «el timbre para entrar en el Paraíso». ¡Y sus pechos! ¡Uy sus pechos! Recogidos por una suerte de camisa blanca que solo le cubría una pequeña una parte de exactamente los mismos, y que formaban un edén entre 2 alcores. Contemplar la anatomía de Ingrid era lo más similar a contemplar el paisaje más fantástico del Planeta.

Fue tan grande la impresión que me ocasionó, que paralizó mis neuronas, con lo que me amedrenté, en tanto que la impresión frente a una hembra de esa magnitud puede suspender el proceso de erección del pene, y pegar un «gatillazo» (ya me pasó una vez) y me horroricé, solo meditar que no se me «iba a poner gordita» con Ingrid por la impresión me aterrorizaba. Mas deseché esos miedos al aproximarme a ella.

Tenía mis cuarenta años cumplidos y nunca creí que iba a percibir «el bautismo sexual»; eso de que una mujer te eche una meada por la faz y por el pecho me parecía una marranada. Lo que son las cosas, «comer un coño» lo considero entre los manjares más deliciosos, y después de todo es tan marranada o bien más que la meada; mas la psique es la que define las situaciones.

A la sazón era Jefe de Ventas de una multinacional farmacéutica, y al final del mes de Agosto hacemos una convención nacional; este año la hicimos en Marbella. Acostumbran a perdurar de lunes a viernes, y los fines de semana o te vuelves para casa, o bien pasas «el fin de semana» allá.

El Hotel donde dimos la convención estaba lleno de turistas, sobre todo extranjeras, y merced a que se algo de inglés decidí quedarme pues intuía que iba a ser «un fin de semana» glorioso. Con lo que puse una disculpa a mi mujer, que si bien no se la creyó, insistí y cuando volviese a casa, ya me las arreglaría para persuadirla con un buen regalo que la llevaría de Marbella.

Debo decir en honor de la verdad, que estoy enamorado profundamente de mi mujer, y que soy enormemente feliz a su lado, y que si esta vez no la llevé conmigo a la asamblea de la compañía como hago generalmente cada año, es por el hecho de que su padre estaba recién operado de la próstata y decidió quedarse con él y con su madre.

Y asimismo en honor de la verdad si me quedé, fue por las miradas furtivas que me echaba una rubia de impresión en el comedor y en la barra de la cafetería del Hotel, miradas correspondidas por mí, mas evidentemente no «podía agredir» pues el trabajo de dirigir la convención me tenía preso día y una parte de la noche preparando los temas del día después.

Mas el viernes a la 7 de la tarde clausuré la asamblea de ventas, y me dispuse a conquistar a la rubia. Parecía norteña, puesto que una de sus amigas o bien compañeras que estaban con ella, la llamó Ingrid. Y además de esto sus rasgos vikingos: esa cabellara rubia, los ojos claros y esa tez irisada lo patentizaban.

Tras una tonificante ducha «y perfumao» con esencia de Loewe; mi pantalón blanco inmaculado, mi polo azul celeste, embutidos en mi cuerpo de ciento ochenta y cinco mt y ochenta kilogramos, era la imagen del «latin lover» que hace estragos entre las norteñas. ¡Qué pena que las lectoras no puedan verme! Seguro que si me viesen en una fotografía, mi e-mail se iba a sobresaturar de llamadas pidiendo «mis favores».

Bajé desde el primer piso donde estaba situada mi habitación con pasos parsimoniosos hasta la cafetería del Hotel, como aquel que se quiere hacer apreciar. Atravesé aquellos quince o bien veinte metros que apartan la recepción, (en donde deje la llave) de la cafetería, con exactamente la misma parsimonia y moviendo un tanto el trasero, entre las unas partes de mi anatomía que a las mujeres les chifla, conforme afirman las que lo han contemplado con el «traje de A.». Y asimismo algún gay me lo ha hecho apreciar. ¡Ojo! solo por medio de la manera que le da el pantalón, que a los cuarenta años, un servidor solo follaba con tías. El joder con tíos comencé desde los cincuenta años. Mas en la data que hago este relato, por mi ojete no entraba ni «el bigote de una gamba».

Allá estaba , como aguardándome, y por si fuera poco sola, lo que me dio a comprender que estaba aguardando este instante. Después supe, que «la muy jodia» se había informado mediante algún conserje de quien era y que hacía en el Hotel.

Estaba sentada en unos de los taburetes de la barra de la Cafetería. La imagen que centelleaba era de impresión, si no supiese que era una mujer, la hubiese confundido con un diosa. Su cabellera sutilmente flameada se deslizaba en catarata cara sus hombros, en donde acababa en ondulación cara el exterior, a la altura de sus pechos.

Las piernas cruzadas, colgadas del asiento, torneadas como las columnas de una catedral; y el muslo derecho que descansaba en el izquierdo evidentemente por el cruce de exactamente las mismas, mediante su pantalón azul celeste parecían moldeadas por el «Ceramista Mayor del Cielo». El vientre al aire, su ombligo seguro que era «el timbre para entrar en el Paraíso». ¡Y sus pechos! ¡Uy sus pechos! Recogidos por una suerte de camisa blanca que solo le cubría una pequeña una parte de exactamente los mismos, y que formaban un edén entre 2 alcores. Contemplar la anatomía de Ingrid era lo más similar a contemplar el paisaje más fantástico del Planeta.

Fue tan grande la impresión que me ocasionó, que paralizó mis neuronas, con lo que me amedrenté, en tanto que la impresión frente a una hembra de esa magnitud puede suspender el proceso de erección del pene, y pegar un «gatillazo» (ya me pasó una vez) y me horroricé, solo meditar que no se me «iba a poner gordita» con Ingrid por la impresión me aterrorizaba. Mas deseché esos miedos al aproximarme a ella.

Como me inicié en el Sexo Segunda Parte

Hola Ingrid.

-Hola D..

¿De qué forma sabes mi nombre? Le pregunté intrigado.

-¿Y como sabes el mío? Me afirmó sonriendo.

Los 2 echamos tal carcajada que llamamos la atención de los que estaban cerca de nosotros. Mas fue la prueba de que deseábamos conocernos.

-Yo, sé como tienes por nombre pues un día oí como te llamaba una amiga. ¿Y de qué forma sabes que llevo por nombre D.?

-Por lo mismo que sabes el mío, por el hecho de que te han llamado tus amigos múltiples veces.

Volvimos a reír, esta vez con más comedimiento.

-¿Qué estás tomando? Le pregunté por decir algo.

-Un San F.. ¿Y que vas a toma?

-Una ginebra con menta.

Se río.

-¿De qué te ríes. Ingrid. A propósito, de dónde eres.

-Danesa, de Copenhague. Y me río por el hecho de que los daneses acostumbran a tomar esa bebida que has pedido.

-¿Por el frío? Afirmé con algo de ironía.

-Claro, a fin de que se pongan calientes.

La Madre que la parió, pensé para mí. Esta tía es de «armas tomar». Ya puedo estar fino y dejar el pabellón de España por todo lo alto, pues «esta hembra es de 3 polvos por sesión» ¡cuando menos!

-Qué piensas. Me afirmó sin perder la sonrisa, que dejaba entrever una dentición tan perfecta que parecía postiza.

-Nada particularmente, pensaba a donde voy a llevarte esta noche. ¿Qué te semeja si cenamos en el restorán del Hotel? Es 2 estrellas Michelín y se come maravillosamente.

-Donde desees D., mas soy muy frugal en las cenas.

-Puesto que me comeré un filete con patatas.

-¿Para restituir fuerzas, verdad? Me figuro que estos días de asamblea te han dejado algo enclenque.

-Te aseguro Ingrid, que cuando deba hacer «el máximo esmero» las fuerzas no me abandonarán. Le afirmé segurísimo.

-Y si te abandonan y te caes, «allá voy a estar yo para levantarte».

¡Joder con la danesa! «Estaba al papagayo» de todas y cada una, me superaba en perspicacia.

Parte segunda. Cena, baile y achuchones

Tras la cena que se efectuó entre risas y miradas premonitorias y que la prolongamos hasta cerca de la media noche con el objetivo de hacer tiempo, puesto que la noche marbellense empieza partir de las 12 de la noche, y «su fervor» desde las 2 de la madrugada, puesto que el champagne y los whisky ya han hecho los efectos deseados, (por no decir asimismo las drogas) en tanto que soy oponente fanático de ellas; salimos a la terraza para hacer planes de lo que se aproximaba.

-¿Qué te agradaría hacer? Le pregunté con pretensión de que escogiera el lugar.

-Prefiero un local de música suave, sin estridencias, que llevo unos días con la cabeza ida de tanto trajín.

Debo aclarar, que Ingrid charla de España de forma perfecta, puesto que es secretaria del Hotel Sheraton de Copenhague, aparte del inglés, alemán y algo de francés. ¡Vamos! una joya de pequeña. Y a sus veinticuatro años.

Relato de mujeres cojiendo
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La alegría que me dio fue inmensa, en tanto que me temía lo peor, que quisiese marcha vibrante, cosa que no estaba para mis tristes huesos tras los 5 días de trabajo. Me apetecía danzar a ritmo de bolero y de este modo poder «estregar las cebolleta» y ver como responde.

Entramos en un local que ya conocía de otras visitas a Marbella, mas me temía que a la juventud de Ingrid no le gustara, puesto que era pensado para personas de mediana edad: ejecutivos y empresarios donde tomar unas copas del mejor licor y relajarse con una música suave y retro.

-No sé si te agradará este lugar, Ingrid, entramos, lo ves, y si no te agrada nos marchamos.

Entramos, y solamente ver el interior, la decoración y aquellos sillones de cuero que invitaban a tumbarse más que sentarse, dijo:

-¡Ideal, D., Ideal! Es lo que necesito tras tantas noches de «movida».

-¿Cuántos días llevas en Marbella? Le pregunté por decir algo.

-Diez días, y el 31 vuelo hacia Copenhague.

-Esto es, que te marchas el martes.

-Preciso. Nos quedan 4 días para gozar al máximo.

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Lo de «nos quedan» me dejó confuso. ¿Deseaba decir que esos días me los iba a dedicar a mí en exclusiva? Solo había una forma de descubrirlo, con lo que afirmé con poniendo un timbre de voz melodiosa.

-Te prometo Ingrid, que estos 4 días serán los más fantásticos de mi vida.

-¡Ah! que estos 4 días me los vas a dedicar a mí en exclusiva. Afirmó entendida que de esta forma sería

-Estos 4 días y 4 siglos más si los viviese, Ingrid, por el hecho de que a mi cuarenta años…

-¿Solamente que cuarenta años tienes? Mas si aparentas poco más de treinta. Afirmó cortando lo que iba a agregar.

-Gracias por verme más joven. Te iba a decir, que, a mis cuarenta años, harto de viajar por todo el planeta, el conocerte ha sido el evento más esencial de mi vida.